Determinados medicamentos, quimioterapia y radioterapia pueden original patologías bucodentales, de ahí que el Colegio de Dentistas de Santa Cruz de Tenerife recomiende a los pacientes con cáncer comunicar a su dentista habitual el tratamiento al que van a ser sometidos. No sólo se podrá de esta forma prevenir determinadas patologías, sino que, además, un estado de salud oral bueno, previo al inicio del tratamiento indicado por el oncólogo, puede contribuir a evitar complicaciones.

Es probable que la persona en tratamiento para el cáncer presente una situación de inmunosupresión, un mayor riesgo de hemorragia e infecciones y un retraso en la cicatrización. Además, radio y quimioterapia pueden cambiar la producción de la saliva, por lo que es muy importante mantener la boca hidratada, extremar la higiene dental diaria y aumentar la frecuencia de las revisiones con el dentista, a cada cuatro meses, salvo que el profesional paute otra en función de las características de cada caso. Además, el dentista puede recomendar tratamientos especiales con flúor que, junto con una dieta baja en azúcares, puede ayudar a proteger los dientes. Ejercicios determinados o el uso de una férula pueden ser también aconsejables, para prevenir molestias en la mandíbula.

Efectos secundarios bucodentales

Entre los síntomas que el tratamiento contra el cáncer puede desencadenar en la boca se encuentran la sequedad, cambios en el gusto, llagas, caries, dificultad para masticar o para abrir la boca, inflamación o dolor en la lengua o un mayor riesgo de enfermedades de las encías.

En el caso de la radioterapia en cabeza y cuello, este tratamiento puede ocasionar efectos secundarios temporales o que pueden persistir durante varios años tras su aplicación.

Efectos poco frecuentes pero graves en la mandíbula

Algunos medicamentos que se usan para reducir la propagación de células cancerosas en los huesos pueden causar una enfermedad que es poco frecuente, pero grave. Es una patología llamada osteonecrosis de la mandíbula, que produce debilitamiento y la pérdida de hueso y que cursa con dolor, infecciones o movilidad dental, entre otros síntomas.

De forma general, esta enfermedad puede tratarse con antibióticos o la extirpación de la parte ósea expuesta y una buena higiene bucodental. En casos más graves puede necesitarse una cirugía. Por ello, es muy importante comunicar al dentista los medicamentos y tratamientos que el oncólogo esté pautando.